Los pequeños y su sentido
del humor
Porque creemos en
un aprendizaje que puede ir de la mano de la risa y el buen humor, no cesamos
en nuestro intento porque las más pequeñas y los más pequeños de la casa
disfruten de la risa como podría disfrutar del aprendizaje y de nuevos descubrimientos
a través de los cinco sentidos.
Y es que saber reírse,
dotarse de un gran sentido del humor, así como aprovecharse de los placeres y
del bienestar que provoca la risa a nivel anímico e intelectual, es lo que nos
gusta a la hora de fomentar en los/as pequeños/as la sensación de bienestar y
el disfrute en lo que hacemos. Con todo ello, hemos podido encontrar un artículo
descubierto estos días acerca de la risa del/la menor y sus propiedades.
En su artículo,
el periódico digital La Vanguardia ha
querido retratar los estudios de varios expertos e investigados en infancia, neurología,
y el humor.
“Louis Franzini,
autor del libro ¡Niños que se ríen! Cómo desarrollar el sentido del humor de su
hijo (Norma), profesor
de la Universidad de San Diego (EE.UU.), ha dedicado más de 25 años en estudiar
el humor. Según él, es
una habilidad totalmente aprendida. “Si fuera verdad que venimos con un sentido
de humor de fábrica, entonces sería inútil tratar de mejorarlo o de
desarrollarlo”. Caspar Addyman, investigador de del Centro para el
cerebro y el desarrollo cognitivo de la Universidad de Londres es uno de los
máximos expertos en el tema de la ciencia de la risa infantil.
“No sabemos cuándo se desarrolla el sentido del humor. La mayoría empieza a
reírse a los dos o tres meses. Una minoría significativa incluso después de los
diez meses. Es un misterio. Una cosa es cierta: los bebés aprenden a reír mucho
antes que caminar o comunicar de otras maneras”.
En su intento por explicar el origen de la risa, los fenómenos que
la provocan y la repercusión que tiene en las/os pequeñas/os, el artículo trata
de acercarnos hacia su proceso y cómo siendo un aprendizaje, no como algo
innato en el ser humano, clasifica ese aprendizaje es fases y según conductas
sociales “el humor sería un largo aprendizaje que va por fases. Hasta los cuatro o
seis meses los bebés se ríen cuando se les hacen cosquillas.
“Luego, poco a poco van asumiendo
un papel más activo, [primero] copiando [a] los padres. Este fenómeno se debe
al efecto de imitación ya que en este período los bebés están
pendientes de todas las reacciones emocionales [buscando] la aceptación social,
[a lo que] llaman “humor pro social”, […] es una forma de acercarse al otro”.
Es en esa intención de socialización y de creación de su
personalidad donde el humor puede tener un papel fundamental, dice La
Vanguardia:
“a los 12 meses, los bebés ya
parecen tener ya suficiente experiencia vital para tomar sus propias
decisiones, al menos respecto al humor, sobre lo que es divertido y lo que no”.
A partir de ahí, empiezan su propio camino, siguiendo unos patrones evolutivos comunes a todos los niños. Desde que tiene el
año, empieza a hacer el payaso, con gestos físicos. Hasta los tres cuatro años,
no domina totalmente la lengua. Por ello, su humor en este tiempo esencialmente
gestual: contorsiones, movimientos exagerados del cuerpo. Pero ya tiene cierto
discernimiento… Según Meredith Gattis, psicóloga de la Universidad de
Cardiff, “la edad crítica para entender el humor se alcanza a los dos años. Empiezan a
comprender cuando uno hace algo equivocado con la intención de hacer reír”.
Pero son las edades comprendidas entre 6 y los 9 años los que
parece que el humor va cobrando un cierto cáliz con el rompimiento de las
normas, con el salir de los estereotipos impuestos y las directrices
autoritarias las que provocan la risa y lo gracioso de las experiencias.
“Con la entrada en primaria, con la
asunción de las primeras reglas, es precisamente la violación de las
mismas la que le provoca una gran diversión. Addyman cuenta: “El humor es una
forma de establecer vínculos con su nuevo mundo escolar y de consagrar, de
alguna manera, su salida del hogar familiar”. En este período los niños
se ríen entre ellos de las mismas cosas: para ellos significa que pertenecen al mismo grupo social. Mientras
van creciendo, […] incorporan elementos de sofisticación. “Por lo general, el humor
de juegos de palabra se desarrolla muy lentamente. Hasta los cinco o seis años
los niños no entienden realmente el concepto. Cuando son pequeños, sus chistes
son surrealistas, sin congruencia. Ni siquiera siguen las lógicas intrínsecas
del chiste”, indica”.
Llevando lo peculiar del artículo a la temática y el enfoque que
desde nuestra empresa queremos dar al aprendizaje y a la cultura, el propio
artículo recalca la importancia de provocar un humor inteligente, y sano, pero
sobre, a la altura y madurez del mejor con la intensión de que no cesen en su
risa y en contemplar el buen humor en todo momento. Como cita La Vanguardia a
Addyman:
“Una buena actuación de un cómico está hecha
un 20% por chistes y doble sentidos y el 80% por carisma y conexión con la
audiencia”, dice Addyman. “Los cómicos en el escenario se ganan el público con
su charme,
cuando nos invitan a compartir con ellos la visión del mundo que
nos tienen preparadas. Los niños hacen lo mismo. Les sale natural. Nosotros con
nuestro amor somos una audiencia receptiva a sus payadas. Además ellos son excelentes observadores.
Para ellos el día es una serie de momentos de sorpresa, de descubrimiento y
tienen la capacidad de sorprenderse. Disfrutan de ello. Y, así, ¡se ríen! Los
pequeños son capaces de reírse sólo porque están de buen humor. “
Con todo ello, nos encontramos en la tesitura de concebir el humor
como algo que se puede educar, y cómo no, en sus efectos positivos para el/la
pequeño/a. todos/as sabemos que a medida que van introduciéndose en el mundo de
los adultos y en las relaciones con éstos, muchos son los que pierden ese
sentido del humor espontáneo,
“Primero se empieza a jugar, luego se va al cole. Momento clave:
a partir de este día, abandonan la anarquía y se empieza a imponerles un
control de sus actos a muchos niveles. A controlar sus emociones positivas y negativas. Se nos enseña a
no reírse de las personas, de que la vida es seria, de que si ríes no puedes
trabajar o estudiar, de que el políticamente correcto no permite demasiado la
broma, de que los hombres de negocios nunca se ríen… y muchos otros mitos que
al final acaban suprimiendo la risa en los adultos […]”
Jerónima González Herrera
Referencias bibliográficas: